jueves, 17 de mayo de 2007

Aun recuerdo aquellos viajes, de salidas inesperadas...Algunos bajo lluvias otros bajo neblina y solo algunos con el salir de alba. Ahora que ya han pasado los años me doy cuenta de lo feliz que era en aquellos viajes, donde estaba solamente YO y mi sOledAd!...Salíamos cuando menos lo pensábamos, de la nada; bajábamos las escaleras muy apresuradas, de aquel edificio un poco olvidado, con paredes amarillas para darle mas luz y con escaleras muy frías, para finalmente salir por aquella reja ya un poco oxidada. Bajamos aquellas gradas como si el viento nos hiciera un competencia, que por cierto siempre la sabíamos ganar. Subíamos intespentivamente a aquel vehículo de dos ruedas de color negro, que un día sin querer queriendo llego a mi vida, la moto de mis sueños y mas de los tuyos, extrañada, pero mas que extrañada, abandonada soledad. Nos enrrumbábamos hacia el sur, cuando hacia mucho sol, manejábamos sin descanso...era tan extenuante sentir todo aquel aire alborotando mis cabellos y la sola idea de llegar a aquella playa, solo para las dos, me hacia partir al aire en mil, aun lo siento, pero ya no quisiera volver y si lo hago, sinceramente no quisiera que me acompañaras. Cuando llovía, íbamos hacia la costa verde, ya no tan verde, pero íbamos, y eso era generalmente cuando mandaba a todo el mundo al mas allá, tu muy asustada me abrazabas por mi, no tan formada, cintura, y muy silente me pedías que bajase la velocidad por que tenias miedo, pero muy frívolamente aceleraba aun mas, me gustaba sentir tu miedo, miedo que yo ocultaba. Tanto era que me gustaba el mar que a donde fuera que vallamos nos encontrábamos con el, bueno y es que el vivir muy cerca a la costa solo permite que partas de el y llegues a el; recuerdo aquella tarde cuando te pedí que nos quedáramos un rato en aquel rompeolas, ante lo cual tu, muy aterrorizada me dijiste que si. Nos sentamos en el borde izquierdo,(¡como me gusta ese lado!)tu a mi lado y yo al tuyo pero muy distante, yo me perdía y me sumía en aquellas heladas olas tan ondulantes grisáceas que me recordaban, tanto a ti y a Lima la horrible, la cochina, la amante...Yo con la mirada perdida en las olas y tu perdida haciendo barquitos de papel, los cuales ponías sobre las olas, y saltabas cuando llegaba muy lejos, como era que los hacías, nunca me enseñaste seguir como ellos a adquirir esa fortaleza que entregaban tus blanquizcas y siempre frías manos. De pronto me pare y empezé a caminar, tu solo me seguías y juntabas aquellas piedresitas raras con algunas caracolas, algunas medias rotas, pero claro como eran tuyas yo no las podía botar, pues alegabas dulcemente que eran un recuerdo mas de nuestras salidas. Yo te miraba, y miraba tu cabello y como el viento y la brisa lo acariciaban, esperando a que guardaras todo aquello que encontrabas y que alegabas que era bonito y especial; luego con una sonrisa me decías que ya estabas lista y subíamos nuevamente y emprendíamos el retorno.

1 comentario:

Maria Vanessa dijo...

Tu y tu soledad, cosa que ya no compartimos, te veo feliz mi querida blogista, ya somos dos dispuestas a expresar lo q sentimos tkm Morroñosa!