Todos tenemos nuestras primeras veces en cada cosa que realizamos, hasta ahora nunca había sentido tanto temor, nervios y angustia. Sola ante aquella puerta blanca esperando a que me llamen, sin saber que hacer en ese tiempo de espera, y lo peor de todo estar sola, creo que nunca antes había detestado estar sola y hoy lo hice, mirando sin saber a donde mirar, escuchando los pasos silentes de la tarde y los minutos que parecían tan eternos. Sentada en una de aquellas tantas sillas blancas, en primera fila para no hacer tan largo el camino y para que no halla duda de no haber escuchado mi nombre, sin nadie a mi alrededor, claro sin nadie quien yo conozca, la cabeza algo gacha y postura corvada tratando de leer aquel autor que hoy por hoy me fascina y que me ayuda a desconectarme de todo y mas aún de mis nervios; pero fue en vano, mas podía mi entorno que mi tierna y eterna imaginación, no podía acompañar a mis acompañantes de ocasión tan solo los observaba distante como fiel lectora de sus vidas. Hasta que mi nombre fue pronunciado por una mujer de silueta delgada y larga cabellera, con mirada tierna y voz firme pero dulce. Me invito a pasar y tomar asiento; yo entre lo mas rápido que pude, al mismo tiempo que guardaba las vidas de mis acompañantes de ocasión, le indique porque estaba ahí me pregunto un par de cosas e inmediatamente me indico el pago de un par de cosas. Yo no sabia si irme o si hacer caso a lo que la gentil mujer me había indicado. Hice lo segundo, mas por impulso que por desición consciente, me acerque consulte la cantidad debida, di un paso atrás y nuevamente dude y claro mis impulsos casi racionales me hicieron llamar y pedir el dinero solicitado, luego de unos diez minutos de espera y de indesición llego el monto acordado, y sin saber que excusa diría por tal monto me acerque y cancelé, para nuevamente esperar...
lunes, 21 de mayo de 2007
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